martes, 26 de junio de 2012

WOMEN'S

San Juan Crisóstomo decía: 'Cuando la primer mujer habló, provocó el pecado original'. Y San Ambrosio concluía: 'Si a la mujer se le permite hablar de nuevo, volverá a traer la ruina al hombre'. La iglesia católica les prohíbe la palabra. Los fundamentalistas musulmanes les mutilan el sexo y les tapan la cara. Los judíos muy ortodoxos empiezan el día agradeciendo: 'gracias señor por no haberme hecho mujer'. Saben cocer, saben bordar, saben sufrir y cocinar. Hijas obedientes, madres abnegadas, esposas resignadas. Durante siglos o milenios ha sido así, aunque de su pasado, sabemos poco. Ecos de voces masculinas, sombras de otros cuerpos. Para elogiar a un prócer se dice 'detrás de todo gran hombre hubo una mujer'; reduciendo a la mujer a la triste condición de respaldo de silla. 
Están allí pintadas en las paredes, en los techos de las cabernas. Alces, bisontes; figuras que vienen de eso que llaman ¨prehistoria¨. Caballos, fieras, hombres, mujeres; que no tienen edad. Fueron pintadas hace miles y miles de años, pero nacen de nuevo cada vez que alguien las mira. Y uno se pregunta: cómo pudieron ellos  pintar de tan delicada manera? cómo pudieron aquellos brutos que peleaban mano a mano con las fieras más feroces, crear esas figuras tan plenas de gracia? Esas mágicas obras, volanderas, que se escapan de la roca y por los aires vuelan. Cómo pudieron ellos?... O eran ellas?...
Si Eva hubiera escrito el génesis, cómo sería la primera noche de amor del género humano? Eva hubiera puesto algunos puntos sobre la íes, quizá. Hubiera aclarado que ella no nació de ninguna costilla, que no conoció a ninguna serpiente, que no ofreció nunca ninguna manzana a nadie, y que nadie le dijo que parirás con dolor, y tu marido te dominará. Y que todo eso, diría Eva, no son más que calumnias que Adán contó a la prensa. 
Si las santas, y no los santos, hubieran escrito los evangelios, cómo sería la primera noche de la Era cristiana? Las santas hubieran contado que estaban todos de muy buen humor, todos. Todos, todos contentos, menos uno: San José, sombrío, murmuró: 'Yo quería una nena'.
Desde el año 1234, la religión católica prohibió que las mujeres cantaran en las iglesias. Las mujeres, impuras por naturaleza, ensuciaban la música sagrada que sólo podía ser entonada por niños varones o por hombres castrados. Esta pena de silencio rigió durante siete siglos, hasta que en el siglo 20, las mujeres pudieron cantar en las iglesias, solas o en coro. Poco antes de que se pusiera en marcha esta prohibición contra las hijas de Eva, hubo una monja llamada Hildegarda que dirigió un convento a las orillas del río, y que creó la música litúrgica más bella de todas. Y esa música fué escrita, compuesta, para ser cantada por mujeres.
No había hombre que pudiera con Juana, ni en el arado ni con la espada. Juana de Arco, doncella guerrera, virgen por mandato divino o pánico masculino; avanzaba de batalla en batalla. Lanza en mano, cargando a caballo contra los soldados ingleses, fué invencible. Hasta que fué vencida. Los ingleses la hicieron prisionera y decidieron que los franceses se hicieran cargo de esta loca. Se encargaron de mandarla a la hoguera. Ella, rapada, encadenada, no tuvo abogado. Pero los jueces, el fiscal, los expertos de la inquisición, los obispos, los notarios y los testigos, coincidieron todos, sin excepción, que Juana era sismática, apóstata, mentirosa, adivinadora, sospechosa de erejía, errante en la fe, y blasfemadora de dios y de los santos. Después, pasó el tiempo, y su patria y su iglesia la convirtieron en heroína y santa, símbolo de Francia, emblema de la cristiandad.
Fueron femeninos los símbolos de la revolución francesa. Pero la revolución proclamó la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y poco después una militante revolucionaria propuso que la revolución aprobada también una declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana. Y un tribunal revolucionario la condenó y la guillotinó, la decapitó. 'Si las mujeres podemos subir a la guillotina, por qué no podemos subir a la tribuna pública?'. Una semana después, la revolución francesa decapitó nada más y nada menos que a la mujer del ministro del interior; por ocuparse de política, que esas no son cosas de mujeres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario